Hoy he encontrado estas palabras de Schopenhauer sobre la música y me ha gustado tanto que quería compartirlo:
"La música no expresa nunca el fenómeno, sino únicamente la esencia íntima, el "en si" de todo fenómeno; en una palabra, la voluntad misma. Por eso no expresa tal alegría especial o definida, tales o cuáles tristezas, tal dolor, tal espanto, tal arrebato, tal placer, tal sosiego de espíritu, sino que la misma alegría, al tristeza, el dolor, el espanto, los arrebatos, el placer, el sosiego del alma. No expresa más que la esencia abstracta y general, fuera de todo motivo y cirscunstancia.Y, sin embargo, sabemos comprenderla perfectamente en esa quinta esencia abstracta (...)
Lo que hay de íntimo e inexpresable en toda música, lo que nos da la visión rápida y pasajera de un paraíso a la vez familiar e inaccesible, que comprendemos y no obstante no podríamos explicar, es que presta a las profundas y sordas agitaciones de nuestro ser, fuera de toda realidad y, por consiguiente, sin sufrimiento.
(..)Existen en la música dos tonalidades generales correspondientes, mayor y menor, el sostenido y el bemol, y casi siempre está en la una o en la otra. Pero, en verdadm ¿No es extraño que haya un signo para expresar el dolor, sin ser doloroso fisicamente, ni siquiera por convicción y, sin embargo, tan expresivo que nadie puede equivocarse: el bemol?
Por eso puede medirse hasta qué profundidad penetra la música en la naturaleza íntima del hombre y de las cosas.
En los pueblos del norte, cuya vida está sujeta a duras condiciones, sobre todo en los rusos, domina el bemol hasta en la música de iglesia.
El Allegro en bemol es muy frecuente en la música francesa y muy característico. Es como si alguien se pusiese a bailar con unos zapatos que le hacen daño.
Las frases cortas y claras de la música de bailesm, de aires rápidos, solo parecen hablar de una felicidad vulgar fácil de conseguir. Por el contrario, el allegro maestoso, con sus grandes frases, sus anchas avenidas, sus largos rodeos, expresa un esfuerzo grande y noble hacia un fin lejano que se concluye por alcanzar. El adagio nos habla de los sufrimientos de un grande y noble esfuerzo que menosprecia todo regocijo mezquino. Pero lo más sorprendente es el efecto del bemol y del sostenido. ¿No es asombroso el cambio de un semitono, la introducción de una tercera menor, en lugar de una tercera mayor, dé en seguida una sensación inevitable de pena y de inquietud, de la cual nos libra inmediatamente el sostenido? El adagio en bemol se eleva hasta la expresión de más profundo dolor, se convierte en una queja desgarradora. La música de baile en bemol expresa el engaño de una dicha vulgar, que hubiera debido desdeñarse. Parece describirnos la persecución de algún fin inferior, obtenido al cabo a través de muchos esfuerzos y fastidios.
(...) Cuando oigo música, mi imaginación juega a menudo con la idea de que la vida de todos los hombres y la mía propia no son más que sueños de un espíritu eterno, buenos o malos sueños, de que cada muerte es un despertar"
Arthur Schopenhauer - El amor, las mujeres y la muerte
"La música no expresa nunca el fenómeno, sino únicamente la esencia íntima, el "en si" de todo fenómeno; en una palabra, la voluntad misma. Por eso no expresa tal alegría especial o definida, tales o cuáles tristezas, tal dolor, tal espanto, tal arrebato, tal placer, tal sosiego de espíritu, sino que la misma alegría, al tristeza, el dolor, el espanto, los arrebatos, el placer, el sosiego del alma. No expresa más que la esencia abstracta y general, fuera de todo motivo y cirscunstancia.Y, sin embargo, sabemos comprenderla perfectamente en esa quinta esencia abstracta (...)
Lo que hay de íntimo e inexpresable en toda música, lo que nos da la visión rápida y pasajera de un paraíso a la vez familiar e inaccesible, que comprendemos y no obstante no podríamos explicar, es que presta a las profundas y sordas agitaciones de nuestro ser, fuera de toda realidad y, por consiguiente, sin sufrimiento.
(..)Existen en la música dos tonalidades generales correspondientes, mayor y menor, el sostenido y el bemol, y casi siempre está en la una o en la otra. Pero, en verdadm ¿No es extraño que haya un signo para expresar el dolor, sin ser doloroso fisicamente, ni siquiera por convicción y, sin embargo, tan expresivo que nadie puede equivocarse: el bemol?
Por eso puede medirse hasta qué profundidad penetra la música en la naturaleza íntima del hombre y de las cosas.
En los pueblos del norte, cuya vida está sujeta a duras condiciones, sobre todo en los rusos, domina el bemol hasta en la música de iglesia.
El Allegro en bemol es muy frecuente en la música francesa y muy característico. Es como si alguien se pusiese a bailar con unos zapatos que le hacen daño.
Las frases cortas y claras de la música de bailesm, de aires rápidos, solo parecen hablar de una felicidad vulgar fácil de conseguir. Por el contrario, el allegro maestoso, con sus grandes frases, sus anchas avenidas, sus largos rodeos, expresa un esfuerzo grande y noble hacia un fin lejano que se concluye por alcanzar. El adagio nos habla de los sufrimientos de un grande y noble esfuerzo que menosprecia todo regocijo mezquino. Pero lo más sorprendente es el efecto del bemol y del sostenido. ¿No es asombroso el cambio de un semitono, la introducción de una tercera menor, en lugar de una tercera mayor, dé en seguida una sensación inevitable de pena y de inquietud, de la cual nos libra inmediatamente el sostenido? El adagio en bemol se eleva hasta la expresión de más profundo dolor, se convierte en una queja desgarradora. La música de baile en bemol expresa el engaño de una dicha vulgar, que hubiera debido desdeñarse. Parece describirnos la persecución de algún fin inferior, obtenido al cabo a través de muchos esfuerzos y fastidios.
(...) Cuando oigo música, mi imaginación juega a menudo con la idea de que la vida de todos los hombres y la mía propia no son más que sueños de un espíritu eterno, buenos o malos sueños, de que cada muerte es un despertar"
Arthur Schopenhauer - El amor, las mujeres y la muerte
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